viernes, 26 de octubre de 2012

VIVIR CORRIENDO...........

Juan Carlos Albertos 
Especialista en Seguridad Bancaria. Deportista Extremo y amante de los retos
Venezuela
Twitter @JCALBERTOS
 

Comprender por qué alguien lleva a cabo ciertas actividades y lo que con ellas experimenta, sólo se logra repitiendo dicha actividad,  Imaginarlas o verlas en televisión aunque emocionante es quedarse a mitad de la historia con una vaga idea del asunto. Con los Maratones pasa lo mismo, es una actividad que  abarca más de lo que el común espectador percibe. Es diferente contarlo que vivirlo, es muy distinta la emoción que vive el espectador, a la que siente el protagonista. No estoy hablando de la adrenalina que se siente ni de lo extremo que puede llegar a ser, eso dependerá de la intensidad que le imprima cada quien. Me refiero a lo placentero y constructivo que puede resultar correr  largas distancias,  y de cómo puede influir en la vida de quien hace este tipo de competencias. Es por eso, que mucho antes de correr por parajes inhóspitos, yo no podía entender ni remotamente, cómo esos tipos, esos locos que subían por las grandes cuestas del Ávila  iban gozando. A decir verdad me parecía admirable y pensaba en las condiciones que se debían tener para lograrlo. Mentalmente las comparaba con las mías y pensaba “algún día quiero tener esa capacidad “.  Es que de verdad, era un sueño.  Hoy pienso distinto y puedo comprender que pasaba por la cabeza de aquellos locos. No son sólo razones como la aventura, la sensación de independencia, respirar aire puro, ejercitarse sin tener que ir a un gimnasio. Yo podría decir que lo hago por mantenerme en forma, por el placer de sumergirme en un entorno natural, o por un reto que me impongo. Y todo eso es verdad. Sin embargo, cuando lo pienso bien me doy cuenta de que existe algo que hace que todas esas razones sean adicionales, secundarias, insignificantes. Un motivo que con todo gusto nos hace madrugar a horas inhumanas, que nos somete a modificar nuestra dieta, que nos vuelve capaces de rechazar la rumba más tenaz por si acaso al día siguiente sale una buena corrida. Es lo que nos lleva a estar andando  4 ó 5 horas lejos de todo. Saben de qué hablo?, de aquello que nos lleva a meditar con seriedad si nos pasamos el domingo en casa con nuestras familias o corriendo  con los panas en cuanto circuito se nos ocurra. Que nos produce esa sensación única de poder, de euforia, de satisfacción absoluta. Algo que te impulsa a subir al punto más alto posible de la montaña, a ser capaz de recorrer kilómetros durante días. Algo que cambia tus intereses, tanto, que te lleva a escoger en tus vacaciones familiares o de pareja, destinos donde puedas ir y correr una carrera que mientras más kilómetros tenga mejor (y que todos queden contentos). A soñar con hacer la ruta perfecta. A anotarte en cuanta salida a la montaña se arme, siempre y cuando las piernitas aguanten. A participar en todas las competencias posibles. Eso que te empuja a visitar las tiendas de deportes  aunque no compres ni un short. A leer todas las revistas del tema que te pasen por el frente. Aquello que cuando vas en tu carro por la carretera te hace anotar mentalmente todas las trochas que vas viendo a lo lejos. Es algo que modifica tu vida, que se vuelve prioridad. Que se convierte en un fin para muchas buenas acciones, y las acciones son las que definen la manera de vivir. Es por eso que me quedo corto si digo que tengo muchas razones para correr largas distancias. En todo caso puedo decir que me importa tanto que asumí a las carreras de largas distancia  como una manera de vivir, un medio para llevar mi existencia de una manera más placentera, un intérprete que me hace entender mejor a mis semejantes, un punto de vista más claro desde donde ver a mí alrededor. Cuando corro, no me alejo de los problemas, más bien me acerco a las soluciones. Puedo pensar mejor en las cosas, así como no pensar en ellas si no quiero. Cuando me detengo en ese punto en cualquier lugar que me encuentre a contemplar el paisaje de fábula que tengo frente a mí, no puedo sentirme más feliz. Y cada vez que finaliza la corrida  tengo claro que es lo que quiero seguir haciendo por el resto de mi vida.